Artículo
Nº 3
La ciencia
ficción es un
género cuyos contenidos se encuentran basados en supuestos
logros científicos o técnicos que podrían lograrse en el futuro.
Este sustento científico hace que la ciencia ficción se diferencie del género fantástico,
donde las situaciones y los personajes son fruto de la imaginación.
El género de
la ciencia ficción también ha sido conocido como literatura
de anticipación, dadas las características mencionadas. De
hecho, muchos autores de ciencia ficción han logrado anticipar el surgimiento
de distintos inventos, como Julio Verne con los submarinos o las naves
espaciales.
La ciencia
ficción nació como un subgénero literario en la década de 1920.
Con el tiempo, se fue expandiendo a distintos formatos. La ciencia ficción
cinematográfica ha sido una de las adaptaciones más exitosas, sobre todo a
partir de la segunda mitad del siglo XX.
En
concreto en el siglo XX es interesante resaltar la aparición de una serie de
movimientos o tendencias dentro del género de la ciencia ficción que se han
convertido en auténticos referentes. Así, en primer lugar, nos encontramos con
el cyberpunk que fue el movimiento que surgió en la década de los años 80 y que
se produjo como consecuencia del desarrollo y expansión de los ordenadores lo
que trajo consigo que los autores de ciencia ficción explotaran esa posibilidad
de que las computadoras dominaran a los humanos.
Entre
las películas más significativas que se convirtieron en perfectos ejemplos del
citado cyberpunk se encuentra el film titulado “Blade Runner”, que estrenó en
1982 el director Ridley Scott y que está basado en una novela de 1968 llamada
“¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” y escrita por Philip K. Dick. Un
auténtico clásico del género de la ciencia ficción es esta producción
norteamericana al igual que lo es otra también incluida dentro del mencionado
movimiento. En concreto nos estamos refiriendo a “Terminator” (1984) que está
dirigida por James Cameron, protagonizada por Arnold Schwarzenegger y que contó
con tres episodios más.
Mientras
el cyberpunk establecía una visión negativa y apocalíptica de la presencia de
los ordenadores en nuestra sociedad, el postcyberpunk, que apareció en la
década de los años 90, era mucho más optimista en este sentido. De ahí que se
tome como protagonistas en las historias de este movimiento a científicos e
investigadores fundamentalmente que quieren hacer uso de la tecnología en pro
de la sociedad. Un perfecto ejemplo de esta clase de ciencia ficción es la
serie “Otherland” realizada por Tad Williams.
Hay
quienes distinguen entre la ciencia ficción dura y la ciencia ficción blanda, de acuerdo al rigor con el
que son tratados los datos científicos. La ciencia ficción dura sería “la
más científica”, sin demasiado espacio para la imaginación. En
cambio, la ciencia ficción blanda incluye algunas suposiciones sin base
científica o real.
Entre
los autores más famosos de la ciencia ficción, puede nombrarse a Isaac Asimov (1920-1992,
autor de “Yo robot”), Ray Bradbury (1920, “Crónicas marcianas”, “Fahrenheit 451” ), Arthur C. Clarke (1917-2008, “Odisea
espacial”), Aldous Huxley (1894-1963, “Un
mundo feliz”), Ursula K. Le Guin (1929, “Los desposeídos”) y el ya mencionado Julio
Verne (1828-1905, “Viaje
al centro de la Tierra”, “Veinte
mil leguas de viaje submarino”).
Distopía
Distopía es el término comúnmente usado como antónimo de utopía y,
aunque al igual que en la utopía se refleja una sociedad hipotética distinta a
la nuestra, lo hace con una concepción negativa. El concepto de utopía implica
una sociedad, gobierno o proyecto halagüeños, aunque irrealizables; en una
distopía, por el contrario, la vieja frase de la ciencia ficción esto es lo que podría ser constituye la base de
la visión de un mundo peor que el nuestro.
Los ejemplos de distopías son
invariablemente conceptos de sociedades futuras (una sociedad con una historia
distinta a la nuestra, con eventos históricos distintos, sería una ucronía buena o mala), y contienen normalmente
un fin didáctico, el de mostrar hacia donde se dirigen los pasos del hombre si
la situación no se remedia. En muchas ocasiones este fin didáctico se alcanza a
través de la sátira. Las distopías comenzaron a proliferar a finales del siglo
XIX, y han continuado hasta nuestros días. expresan miedo, el miedo a la aparición
de una sociedad gobernada por una élite dirigente que aplasta al individuo, de
una u otra manera, y protestan contra diversos sistemas políticos o sociales:
socialismo, comunismo, capitalismo, fascismo, feminismo, gobierno secular,
tiranía religiosa, antiecologismo...
Ciencia ficción hard y soft
Esta clasificación dicotómica, literalmente dura y blanda,
se refiere a dos tendencias opuestas a la hora de elaborar los planteamientos
científicos sobre los que se basa la obra.
En el caso de la ciencia ficción hard los elementos científicos y técnicos
están tratados con el máximo rigor, incluso cuando éstos entran dentro de la
pura especulación, y la narración se subordina a este rigor. La película de
ciencia ficción hard por excelencia es 2001:
Una odisea del espacio. Gran parte de la ciencia ficción
soviética se inscribe en esta línea.
Barceló (1990) dice con referencia al hard:
Cuando la ciencia ficción retoma los temas más estrictamente
científicos y se basa principalmente en el mundo de la ciencia, se habla de
ciencia ficción «dura», comúnmente de ciencia ficción hard, utilizando directamente
la palabra original inglesa ya que casi nadie usa su traducción literal del
castellano. Por lo general, la física, la química de la biología, con sus
derivaciones el ámbito de la tecnología, las ciencias que soportan la mayor
parte de especulación temática de la ciencia ficción hard.
Barceló (1990, p. 55)
Respecto a la ciencia-ficción soft escribe:
En contraposición a la base científico-tecnológica de la
ciencia ficción más clásica, los años sesenta contemplaron [...] los intentos
[...] por incorporar las ciencias sociales como la antropología, la historia,
la sociología y la psicología al ámbito de la ciencia ficción. [...] Sus
autores suelen caracterizarse por una escasa o nula formación científica y un
interés casi exclusivo por lo meramente literario. Gracias a ello [...] ha
incorporado una mayor calidad literaria a la ciencia ficción y [...] ha
provocado una evidente mejora del género.
Barceló (1990, p. 59)
Obviamente la distinción entre ambas vertientes es difusa y
podemos encontrarnos obras que comparten ambos enfoques. Pero, por lo general,
los autores de ciencia ficción se pueden englobar en una categoría u otra.
Utopía o distopía: qué nos cuentan las películas sobre
nuestro futuro
Imagen
de la película 'Un robot para FrankAlgunos de los próximos estrenos de cine nos aventuran una
inquietud por qué va ocurrir y por qué será de nosotros, y muy posiblemente
hablan de qué nos ocurre y qué es de nosotros ya. Porque hablar
del futuro no es, muchas veces, más que una forma proyectiva de hablar del
presente. Nuestras
fantasías y nuestros sueños tienen todo que ver con nuestros anhelos,
esperanzas y miedos de individuo y de grupo. Cómo pienso que será el futuro
también me retrata. Y cómo piensa una sociedad que será ese futuro la retrata
en su tiempo y circunstancia.
“Como el roble está latente en el fondo de la bellota, la plenitud
de la persona, la totalidad de sus posibilidades creadoras y espirituales, está
latente en el ser humano incompleto que espera en silencio la oportunidad de
aflorar” (Ira Progoff).
Esa bellota metafórica que representa al ser humano también
es adecuada para describir a la especie. Si bien, al menos en cine, hoy pocos piensan, al
imaginar el futuro, en una humanidad espléndida como un roble añoso que germina en
infinitos retoños igualmente productivos. ¿Describe esto nuestro estado de
ánimo social?
Se dice que el pesimista es un optimista bien
informadoLa psique de la persona saludable se rige
habitualmente por el impulso de vida, se pregunta hacia dónde va, qué será de
ella, pero siente en el fondo su destino de roble.
Está, como el conjunto de la naturaleza, creada para el éxito (entendido este
en un sentido último y profundo) y para ser otra pieza en la que se apoya el
desarrollo global (o cósmico). A veces el proyecto se trunca por falta de
nutrientes, por las inclemencias u otros agentes externos. Lo curioso de la especie humana es
que puede ser ella misma la que se crea los obstáculos, y es muy fértil
fantaseando los peores resultados para sí misma. Se dice que el pesimista es un
optimista bien informado. Los experimentos en psicología hablan de la persona
“normal” como de alguien que subestima ligeramente sus posibilidades de error
en favor de los buenos pronósticos, pero es esta ligera miopía la que le
permite seguir saludable. La buena salud lleva detrás un trabajo grande para
movilizar recursos que aporten confianza básica en uno mismo y en la vida. Un
trabajo que empieza el niño, y no para en todo el desarrollo. Esos mismos
recursos son los que debe buscar una sociedad que siente que está perdida y que
su futuro sólo puede ser oscuro.
Cabe entender el pesimismo/terror de nuestras películas de ciencia
ficción como una muestra de poca salud, pero también como la posibilidad de un
juego para exorcizar en la ficción los temores infantiles, igual que el niño
hace en el juego cuando inventa monstruos a los que se enfrenta y con ello
crece. De igual modo, los
brillantes pronósticos de futuro pueden hablarnos tanto de optimismo como de
miedo a enfrentar el mismo miedo.
El miedo siempre es subjetivo. Aun así, hay un miedo, digamos que
apropiado, ante el cual luchamos o huimos, y un miedo neurótico, en el cual
hacemos una de ambas cosas, pero de modo equivocado, improcedente o
inconveniente, por lo que los resultados o no sirven, pero nos agotan, o nos
llevan a otra situación peor que suele ser además un círculo sin salida.
El futuro a través del cine
¿Qué nos dice un paseo por los últimos años en cine futurista?
Muchos crecimos conPhilip. K. Dick, Asimov, Clark, Bradbury, H.G. Wells y sazonamos la infancia con una
televisión única que nos servía a Los
supersónicos o la primera Star Trek que, de semana en semana, nos hacía imaginar que el futuro
que nos esperaba estaba lleno de aventuras maravillosas y de terribles amenazas alienígenas de
las que el hombre salía triunfante. En música, los cantantes se nos vestían
casi con papel albal para soñar un mundo de amor con margaritas psicotrópicas
y, en la publicidad, las amas de casa soñaban con robots, pero lo más que
tenían era a Carmen Sevilla con un aspirador de la familia
Phillips. El pesimismo de Metropolis o Tiempos modernos estaban
aparentemente olvidados. Ya casi no parecía que faltase nada para que los
coches volaran por encima de los edificios de la Castellana o de la entonces
altísima Torre del Hospital de la Paz, allí donde Madrid se acababa.
En el cine nos maravillamos con 2001:
Odisea en el espacio (1968) y cierta fijación por la evolución y los
monos que se extendía con El
planeta de los simios (1968).
Un pasmo ante lo grande que era la historia de la humanidad y cuánto nos
quedaba por ver.
Matrix encubría un gran entramado filosófico
y nos dejaba bastante perdidos acercándonos al final de sigloY entonces llegaron La guerra de las Galaxias (1977) y todas sus partes. La taberna global reunía ante las
mismas cervezas a seres de todo el universo que calibraban si cooperar o
matarse. En el 77 aún estaban
por llegar los mayores movimientos poblacionales. Hoy, las grandes ciudades
tienen tabernas muy parecidas y andamos igual de tensos con la superculturalidad. Encuentros en la tercera fase (1977) dejaba ver nuestros deseos de
comunicación transgalácticos y nuestra confianza en una tecnología, de la que
estábamos orgullosos y que hoy nos da risa. Poco después,E.T (1982) quería volver a su casa y la
telefonía le defraudaba mucho. Dando un mazazo a esa ingenuidad, apareció Blade Runner (1982) con su “He visto cosas que
vosotros no creeríais (…) Todos esos momentos se perderán en el tiempo como
lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”, uno de los monólogos más
melancólicos de la historia del cine. Cuando
el viento sopla (1986) nos
recordaba nuestros problemas de desarrollo y el poco futuro que podía quedarnos
al paso que llevábamos. Poco después caímos en el mundo de Mátrix (1999), un hito que nos hablaba de
la sorpresa que representaba el nuevo mundo virtual abierto con internet. La
acción encubría un gran entramado filosófico y nos dejaba bastante perdidos
acercándonos al final de siglo.
El futuro en el 2000
Con Inteligencia
Artificial (2001) ya vimos
que las predicciones de Kubrick no
se cumplían y probamos con una revisión de Blade
Runner, pero en versión con niño, más tierna, más entrañable y más cerca
del cuento. Seguíamos dándole vueltas a qué somos realmente, que es el tema que
nos obsesiona: ¿traerá el futuro la posibilidad de otro tipo de humanidad
generada por el ser humano mismo? ¿Qué será entonces de nosotros? De nuevo la
historia de Frankenstein y el deseo y el temor de ser como
Dios horadándonos desde el tiempo de Adán y el Árbol Sagrado del Conocimiento.
Los zombis son una amenaza de futuro,
planteando la paradoja de que quizás lo que nos mate sean los mismos muertosMinority Report (2002) nos introducía a las pantallas
táctiles y multitarea, y a la vez prevenía de ese futuro sin privacidad que ya
es un hecho. V de vendetta (2005) nos incitaba a revelarnos y,
unos años después, las revueltas ciudadanas la convertían en su inspiración. Moon (2009) nos contaba con sencillez lo
inquietante que nos resulta tener dudas sobre nuestra identidad. Queremos ser únicos e
insustituibles y cada vez parece más difícil. Hijos de los hombres (2006) nos concienciaba de nuestra
fragilidad biológica con una tierra infértil, llena de violencia y sin nuevos
nacimientos. Y en estas llegó la crisis. District
9 (2010) nos habla de la
xenofobia cuando hay recursos escasos, y del peligro de que los estados sean
dependientes de las grandes corporaciones económicas, privatizando sus
operaciones burocráticas e incluso sus ejércitos. Ante el panorama, no extraña
que poco después otras películas ya no hablaban de una Tierra futura, sino del
fin de la Tierra, pues nos acercábamos a 2012 y a la predicción maya en medio
de una crisis ecológica y social. Melancolía (2012) nos dejaba sin aire, un ser
humano agotado que casi desea que el mundo acabe de una vez para descansar
tranquilo.
Pero no ha llegado ni la gran
glaciación, ni el padre de
todos los tsunamis que
estábamos prediciendo y, en cambio, la economía y la estructura política se
agrietan por sorpresa. El cine se centra en hablarnos de post-eras llenas de
tiranía e injusticia donde nos defendemos, esencialmente, con violencia frente
a la violencia. Los juegos del
hambre (2012) hacen furor en
las nuevas generaciones, retratando un mundo bajo la opresión y la
injusticia.
Años llevan los zombis acompañándonos como una amenaza de futuro,
planteando la paradoja de que quizás lo que nos mate sean los mismos muertos.
¿Acabará con nosotros nuestra propia resistencia a abandonar el pasado y
nuestra incapacidad para renovarnos? Ni Brad
Pitt ha podido resistirse al
influjo zombi y será el protagonista de Guerra
Mundial Z que, dirigida
por Marc Forster, se estrenará en junio.
Utopía vs. distopía
Las visiones del futuro se pueden agrupar en dos bloques y nos
dicen mucho del estado en el que nos encontramos. Están las utopías, buenos
sueños sobre el futuro. Mundos idealizados que se presentan como una
alternativa a este imperfecto (La República, de Platón o Utopía, de Moro).
Y están las distopías, utopías en negativo que retratan mundos apocalípticos
donde todo es maldad y desastre, no hay ética, ni posibilidad de alcanzar lo
deseable (Un mundo feliz, de Huxley o Fahrenheit 451, deBradbury).
Las visiones del mundo futuro se mueven así entre polaridades que contemplan
parejas del tipo: Desigualdad/igualdad.
Desgaste/vitalidad. Pobreza/riqueza. Ruinas/nuevo. Perder/ganar.
Soledad/compañía. Aislamiento/intimidad. Frío/emoción. Vacío/pleno. Recursos
agotados (energías)/energías alternativas. Gobiernos absolutos/democracias
mejoradas. Masa/individuo. Alienación/autorrealización. Guerra/paz. Tecnología/naturaleza.
Enfermedad/salud. El conjunto
de la primera palabra de cada día configuraran el peor de los mundos posibles y
equivalen a los peores miedos y temores del hombre y la especie. Es el retrato
de la crisis extrema frente a la cual debe aparecer con emergencia una solución
nueva, llena de fuerza, algo que llega más allá de toda razón y esperanza. Es el momento del héroe, que
toda película de ciencia ficción apocalíptica aporta.
¿Qué se estrena en España en estos meses que nos permita, como en
las entrañas de las aves o como en los posos del café, leer sobre lo que nos
sucede y lo que nos sucederá? No
olvidemos que lo que pensamos que ocurrirá se acerca mucho a lo que sucederá de
hecho, pues marca
imperceptiblemente, de una en una, probablemente de modo inconsciente, las
decisiones que tomamos. Y esas decisiones que vamos tomando nos llevan,
finalmente, a que se cumplan nuestras propias profecías.
El cine español no se atreve mucho con la ciencia ficción, pero Eva (2011) fue una grata sorpresa y ahora
podemos ver un apocalipsis que tiene algo de El
ángel exterminador (Buñuel)
en Los últimos días (Alex y David Pastor, 2013).
A nivel mundial, entre lo más esperado, está Oblivion (2013) que pretende deslumbrarnos
con un futuro tecnológico, pero cuyo desenlace depende siempre del hombre, de
un héroe clásico, todo potencia y determinación. Vamos, más de lo mismo. Le
seguirá en un mes Star
Trek: En la Oscuridad, incombustible, con la misma atrayente fórmula,
década tras década.
Futuro de estreno
Fuera de estas macroproducciones, en estas semanas tenemos dos
estrenos interesantes que nos remiten a reflexiones diferentes.
La primera (estreno el 5 de abril) es Un amor entre dos mundos (Juan
Solanas). En el tema central, una historia clásica de amor. Dos amantes
separados por serios obstáculos que luchan contra ellos para reunirse. Y, en
este caso, los obstáculos son de todo tipo: económicos, éticos, biológicos
¡cósmicos! Si hacemos caso a Solanas, aunque millones de años pasen, no nos
libraremos de las mismas tensiones emocionales de los primeros siglos de
humanidad. Para bien o para mal. Nada se puede interponer ante el amor: ni ley,
ni ciencia, ni tiempo. Como escenario, la polaridad entre arriba (aparente
cielo, puro, rico, ordenado) y abajo (como un infierno, pobre, desgastado,
oscuro). El mundo de abajo está inspirado por una combinación de la Habana,
Berlín y las películas de Tarkovsky, y el mundo de arriba tiene una apariencia
atemporal-clásica/moderna que la hace compatible con cualquier espacio entre
1930 y 1990. Podemos tomarlo como una predicción sobre dónde acabara nuestra
crisis, y una propuesta de solución. La salvación está en un sentimiento eterno
que puede vencerlo todo. Una propuesta interesante, estimulante, pero nada
sencilla. Llevamos siglos intentándolo, y la propuesta religiosa de más éxito
en Occidente se basa en ello y no acaba de convencer a todos.
“nternet nos cayó encima por sorpresa y, en cambio, ni rastro de
los coches voladores que me predijeron de niña"
La segunda propuesta está recién estrenada (12 de abril). Un amigo para Frank con Frank Langella (nominado al Oscar porEl Desafío, protagonista de Drácula, La novena puerta, Lolita,The
Box) y Susan Sarandon (Pena de muerte, Thelma y Louise). Un
amigo para Frank (Jake Schreier) ha pasado con éxito por el
Festival de Sundance (premio Alfred
P. Sloan) y el Festival de Sitges (Gran Premio del Público). En principio,
parece otra película sobre las dificultades de envejecer y las formas de enfrentarse a ello.
Pero todo da un vuelco cuando, frente a la cotidianidad de un hogar clásico y
un clásico anciano lector que ama la biblioteca, aparecen los robots que
pretenden cambiar la vida de los habitantes de la ciudad (ver Yo Robot2004 o Wall-E 2008). Se produce entonces una
confrontación entre las capacidades de ambos como representantes de su grupo:
el robot de última generación y la generación de humanos que está a punto de
extinguirse ¿Quién es más capaz? ¿Qué independencia puede tener cada uno? ¿Qué
futuro les espera? ¿Qué relaciones son posibles entre ambos mundos? De alguna
manera, ambos son dependientes.
Pero su dependencia es de distinta categoría, por lo que descubrirán que una
colaboración puede ser muy interesante. Una confrontación futurista, en este
caso planteada no entre mundo pobre y rico, como en Un amor entre dos mundos, sino entre el mundo que estamos
perdiendo y el que puede sustituirlo. Si en la primera película se salvan
por el amor, en esta el acento se pone en la colaboración, la flexibilidad y
algo parecido a la amistad… pero con un mensaje no del todo optimista que les
dejamos descubran con el final. Una comedia algo triste.
Internet nos cayó encima por sorpresa y, en cambio, ni rastro de
los coches voladores que me predijeron de niña. No abandono los sueños primeros
y, mientras miro por la ventana y me pregunto cómo me adaptaré a la circulación
“aérea”, pienso en la cura del cáncer, que ya casi estaba en los 80, la
del alzhéimer, que estaría para los 90, la de la vejez, que ahora resulta
que puede ser una enfermedad y puede tener una vacuna (¡!)… pronto... Pienso en los Objetivos del Milenio
(ONU 2000) que aseguraban que tenían un plan para terminar con el hambre en el
mundo con meta en 2015. Y parece
que va a ser que no…
Se me despierta un cierto escepticismo y me quedo pensando ¿qué función personal y social
cumplen los sueños y visiones sobre el futuro?
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